
La tarde oculta una meditación perdida, como la feromona adolescente que va lapidándome inconcientemente, entre el oscuro cielo que deja un rastro de humedad y misterio. Y se arrecia agorera una suavísima llovizna, cuando el viento palidece, crece el canto quebrado del deseo pregonero de una marchita soledad.
Estallan las campanas, aumentan las llamas de la zarza que incrementa su perezosa ansiedad. En medio de la iglesia, las ancianas rezan… pidiendo amparo a sus despreciadas vidas y en el parque aprecio yo, la esclavitud de la libertad.
Principito
Desde mi planeta una ventana al Mundo
Desde mi planeta una ventana al Mundo
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