2013 © Michael Jastremski |
Sé que todas las elecciones son peligrosas y nos conducen a caminos pedregosos del que no tenemos el control y se convierten en incertidumbres que nublan todo. A veces tropezamos y aunque renegamos de muchas cosas, volvemos a pensar en el azar del destino, como una forma de explicar nuestra "mala" suertey un destino que parece inminente. Pensamos en las pequeñas cosas que nos quedan y son la suma de momentos que terminamos cargando en nuestras pequeñas mochilas. Creemos que nuestros actos son correctos y continuamos por una senda llena de traspiés, como la mejor decisión tomada, aferrándonos a la creencia que es la mejor opción para continuar, siempre adelante.
Debo reconocer que toda mi vida ha sido una suma de errores, de los cuales he aprendido poco y continúo realizando los mismos actos fallidos, muchos de ellos inexcusables, otros simplemente innombrables. Aunque existen algunos fallas, consecuencia de “aprender a vivir”, forman parte de la historia de una vida que existe como registro de lo inmanente del ser y su levedad. Constantemente me pregunto: Acaso, ¿puedo hacer una lectura de la realidad? Y la respuesta es vacía, sigue siendo una pregunta retórica a los sucesos que forman parte de todo. Prefería vivir en una realidad paralela (otra más), en la cual pueda escapar y refugiarme para darle sentido a tantos insomnios.
Todo vuelve a ser extraño y, en esta noche, siento nuevamente el vacío de todo. El mundo se vuelve inmenso y las horas se convierten en segundos que demoran en pasar. Reconozco que esta ha sido la declaración más consciente, después de mucho tiempo de ausencias, y no me hace sentir una mejor persona, ni un adulto maduro (como me hicieron creer) ni tampoco un ente responsable de mi mismo. Vuelvo a ser un niño que mira su futuro con esperanza, de un futuro mejor y un mundo más justo. No es fácil sentarse a pensar en las oportunidades que estamos perdiendo o los sueños que hemos incumplido; sin embargo, aunque todo está dicho, es cierto que lo mejor está por venir, prefiero creer eso.
Finalmente ¿Qué seriamos sin un mundo llenos de problemas? Y la respuesta es evidente… Seriamos máquinas que ejecutan un modelo deshumanizante. En mi defensa, me declaro en rebeldía, subversivo contra un sistema que coarta y regula, manipula y utiliza, que inhibe y no nos deja pensar. Podrán delimitarlo como una entelequia, pero al final de cuentas es lo que buscamos tácitamente: vivir en libertad y en paz.
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