Existe un momento en que se requiere hacer una pausa, ante tantos sucesos rápidos y fugaces. Los seres humanos somos extraños. No sólo logramos sentir el agobio de la vida, sino que además nos sentamos a meditar sobre ello: sus causas, consecuencias y el estado en que nos encontramos (señalo a un ser medianamente consciente de sus actos y, por tanto, capaz de pensar que existe algo más que una "pata de conejo" que oriente su vida.)
Entonces, enfrentamos una suma de sucesos externos que son igualmente de significativos que nuestra propia experiencia, reafirmando que algo de lo que hacemos está en lo correcto, o bien, negándonos la oportunidad de ser felices, como castigo permanente por no haber obedecido las reglas del sistema que regula nuestras vida. Suena catastrófico pensar que al resistir, nos encontramos condenados adrede al martirio y, de alguna forma, no sólo es así, sino que además es premeditada y consciente.
Al fin y al cabo es una opción personal, en cuya decisión predominan las construcciones sociales que nos han impuesto (entre ellas: la moral) y en la cual confluyen los mundos internos que interactúan con los "otros" mundos, mediados por la voluntad. Me refiero a aquellos espacios que aun desconocemos, pero que hemos habitado permanentemente porque pese a la diferencia en la forma, siguen siendo lo mismo en el fondo. De alguna manera, conforman la esencia como categoría aristotélica de la cualidad humana.
¿Y qué tiene que ver con cada uno de nosotros?Nada, porque al final de todo, no somos nada frente al vacío y lo mismo ocurre ante la mismísima nada.
¿Existe algo que podamos hacer?Sucumbir y resistir. El que se ha entregado al sinsentido de la vida carece de la vitalidad necesaria para ir contra una corriente permanente. En consecuencia, esta muerto y arrastrado por la multitud.
Lo sé, la mayor parte del tiempo me hallo perdido (y me encuentro) en un mundo de ideas sueltas, a veces, tan complejas que ni yo mismo las puedo asir, pensando en que ambos estados implican una condición y una cualidad.
Suena extraño pensar que existe un mundo mejor y, cuando nos ocupamos de tantas cosas, nos cobijamos en que una "suerte" que creemos echada y mala. Sólo entonces la vida tiene un sentido, en que la palabra se vuelve imagen y como imagen solo tiene dos sentidos: lo que consideramos bonito y, por ende, bueno frente a aquello que no lo es.
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